Para conmemorar este día, la Fundación Canis Majoris ha entrevistado a Lola Asensio, uno de nuestros terapeutas caninos, para que nos explique un poco, cómo trabajar con personas que padecen esta problemática que requiere la participación de toda la sociedad.
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Este año el día mundial de la salud mental en España se celebra con el lema “Dale like a la salud mental. Por el derecho a crecer en bienestar”. Lema elegido por votación popular, ¿ qué te sugiere este eslogan?
La verdad es que me encanta. Para mí supone una ruptura, cada vez más real, del estigma que todavía concierne a todo lo relacionado con la salud mental. Poder hablar de estos temas en términos tan “millennials” (dale like, follow!) y considerarlo un DERECHO empieza a suponer la ruptura de las barreras que hasta ahora impedían que las personas decidieran buscar ayuda, comenzar un tratamiento y vivir una mejor vida.
Pero, además, este eslogan es muy importante porque no solo estamos consiguiendo normalizar estos temas, sino que estamos haciéndolo algo natural en las nuevas generaciones que tanto lo necesitan, traduciéndolo a su lenguaje y colocándolos en el foco como protagonistas absolutos. En tiempos de Tik Tok y de Instagram, que la salud mental encuentre su huequito a través de ellos supone un gran paso que llena de esperanza el futuro del bienestar mental, social y emocional de las próximas generaciones.
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Para este 2022 la Confederación de Salud Mental España ha querido focalizar su propuesta en la infancia, la adolescencia y la juventud. ¿Qué razones crees que hay detrás de esta asignatura pendiente dentro de la sanidad española?
Estos grupos poblacionales son los más vulnerables y por desgracia, los grandes olvidados. Solo tenemos que analizarlo detenidamente: la niñez y la adolescencia son periodos evolutivos de grandes y constantes cambios en todos los sentidos: cambios fisiológicos, emocionales, escolares e incluso de roles familiares que se viven como algo totalmente nuevo y significativo para nosotros, en ocasiones de forma positiva pero otras veces de forma traumática. Estamos sometidos a una transición constante que de alguna manera pone en marcha todos nuestros mecanismos adaptativos y de defensa, colocándonos en una posición sensible y de vulnerabilidad para la que, en la mayoría de los casos, no tenemos las herramientas o técnicas de gestión necesarias, puesto que culturalmente y a nivel educativo no recibimos apenas preparación o ayuda.
Las encuestas lo demuestran, casi el 20 % de los jóvenes atraviesan algún tipo de trastorno mental, por lo que priorizar la prevención e intervención en estos grupos es una verdadera necesidad para nuestro sistema de sanidad.
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Según un informe de UNICEF, se calcula que más del 13% de los y las adolescentes de 10 a 19 años padecen un trastorno mental. También según este informe, la ansiedad y la depresión representan alrededor del 40% de estos problemas de salud mental, y a esto hay que sumar el malestar psicosocial de niñas, niños y jóvenes que no alcanza el nivel de trastorno mental, pero que perturba su vida, su salud y sus expectativas de futuro. ¿Qué opinión merecen estos datos desde un punto de vista práctico para un profesional que ve los efectos causados por esta situación en su día a día profesional?
Estos datos exigen una acción inmediata, tanto a nivel primario por medio de la promoción y prevención de la salud, como a nivel de intervención: necesitamos hacer algo y tenemos que hacerlo ya. Hay una frase que dice “el cuidado de la salud mental de las personas jóvenes es en cualquier sociedad un imperativo para la construcción del futuro” y los datos alarmantes a los que nos enfrentamos nos lo recuerdan cada día.
Pero además estos datos también nos indican que algo estamos haciendo mal como sociedad: los trastornos emocionales, la ansiedad y la depresión son los más comunes entre nuestras niñas, niños y jóvenes. Esto supone, que muchos de ell@s viven con miedo y preocupaciones excesivas y persistentes que interfieren en su día a día, ocasionándoles un enorme dolor y sufrimiento. Como adultos que hemos conformado la sociedad en la que vivimos tenemos que responsabilizarnos y pensar ¿ qué hemos hecho mal para que nuestras generaciones más jóvenes sufran así? No podemos esperar que el cambio surja en ellos, hay que ir a la raíz del problema. Nuestro sistema educativo, nuestros patrones culturales, los medios de información, nuestro sistema de sanidad… todo tiene que ser analizado y puesto a examen para que, como sociedad, podamos dar una respuesta al bienestar de todos los individuos que la componemos.
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La educación emocional es una de las piezas clave para fomentar la salud mental desde las primeras etapas de la vida. Pero, además, existen una serie de factores de riesgo que influyen, como son el haber sido víctima de abusos sexuales, de acoso escolar o ‘ciberbullyng‘, el género, las expectativas sobre el empleo o el cambio climático, las adicciones con o sin sustancias, la soledad no deseada, ser migrante o haber sobrevivido a un conflicto bélico. ¿Lola, nos podrías arrojar algo de luz sobre una problemática que a los ojos de todos es muy evidente hoy en día? ¿desde la Fundación Canis Majoris, como ayudáis a paliar los efectos de estas situaciones?
Yo siempre he sido y siempre seré una fiel defensora de la educación en salud mental o psicoeducación. Verás, existen dos tipos de traumas, traumas con T mayúscula que son todos aquellos eventos tradicionalmente considerados como traumáticos como bien decís, pero existen traumas con t minúscula, que son todas aquellas vivencias que se repiten en el tiempo y se acumulan llegando a tener un impacto de la misma dimensión que los anteriores (modelos educativos autoritarios, rechazo de figuras de apego constante). La educación emocional promueve la autonomía y la mejora de calidad de las personas, siendo un paso muy importante de nuestro proceso terapéutico: nos permite entendernos y responsabilizarnos de nuestra mejora.
Como fundación, somos muy conscientes de estos aspectos en nuestro abordaje terapéutico, y entendemos que existen factores de riesgo, pero no se nos olvida que, en contrapartida a estos, existen factores protectores. Por esto mismo, no solo luchamos por la prevención de las desigualdades y falta de oportunidades, sino que procuramos hacer un gran trabajo a nivel de educación emocional. Nuestro objetivo es potenciar en todos nuestros usuarios las habilidades emocionales que tanto influyen en su capacidad para enfrentarse a las exigencias y presiones del contexto que los rodea, factor importante que modulará su capacidad de éxito e influirá directamente en su bienestar emocional. Trabajamos con grupos de menores y con población adulta, entendiendo que es esencial para cualquier etapa de la vida.
Nos emociona y nos hace muy felices pensar en un futuro mejor para todas aquellas personas que cada día confían en nuestro trabajo, y esto nos motiva para mejorar en nuestro día a día.
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